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A mi me pasó, que no te pase

Hola a todos los presentes, les cuento una experiencia de vida y que ojalá le sirva a alguien para que no repita mi error.
Soy mujer y hacen algunos años conocí a mi ex pareja. Cada uno trabajando establemente e independientes, solteros, ya con 30 años (misma edad) decidimos empezar a pololear.

Todo bien los primeros 2 años, establecidos 100% como pololos, yo siendo plenamente aceptada por su familia, pasando fiestas de fin de año en su casa, super buena relación con mi suegra, etc. Yo una polola apañadora en todo, sin hijos y trabajo estable nos permitía salir, compartir gastos, apoyarlo en emergencias de dinero, etc. Él vivía solo pero yo pasaba prácticamente 5 de 7 días con él, tenía parte de mi ropa en su casa incluso. Cuando llevábamos como 1 año de relación creo que ya empecé a pensar en formar algo más con él, tener algún hijo a futuro, etc. No era tan descabellado pensarlo, ya que éramos muy unidos y pasábamos mucho tiempo juntos y además, estábamos grandes y ambos teníamos trabajo estable.

A los 2 años se produce un cambio laboral en él y cambia de trabajo (apitutado políticamente) y comienza un tipo de trabajo como mano derecha de un alcalde. Los horarios son de lunes a lunes y en tiempo de verano, de eventos típicos de 'la semana xxxxx' del pueblo tanto, le demandan trabajar hasta tarde.

El primer año le resulta desastroso a mi pololo, con demasiadas exigencias, y de a poco comenzamos a distanciarnos, ya que los horarios simplemente no eran compatibles, o bien yo lo esperaba en su casa y él prácticamente llegaba a dormir. A pesar del stress, él no estaba dispuesto a dejar su pega, ya que como ya llevaba muchos años independiente de sus padres, no iba a darse el lujo de renunciar.

Con el correr de los meses comenzaron sus crisis de pánico por exceso de trabajo, por lo que tuvo que comenzar a tomar medicamentos, lo cual al poco andar le produjo efectos en su performance íntima. O sea, para decirlo claramente, duraba menos que un candy, cosa que le empezó a pasar apenas comenzó con el medicamento. Sin embargo, ahí seguía yo, al pie del cañón, llegando a su casa en las noches a cenar juntos, a estar con él, compartir, a regalonearlo a él y a sus mascotas, que yo las quería como mías (y ellos a mi).

Después se hizo costumbre que yo llegara en las noches (única hora en que nos veíamos) y siempre había algún amigo mandándose los copetes con él, ahí escuchando música, rockeando, echando la talla. Pucha, no tenía nada de malo, pero yo igual quería algún momento de privacidad con él (aunque durara poco...jaja). Así, de a poco comenzó a llegar el tiempo de verano, y ya yo lo veía tarde, mal y nunca. Después esto fue la tónica de todo el resto del año, supuestas reuniones, eventos en que había que organizar, después estar allá y después desarmar todo, y así pasaron los meses, que se convirtieron en años.

Nuestra vida íntima era tal vez cada 3 meses o menos y el resto de las pocas noches que nos veíamos, todo se traducía en él carreteando en casa con amigos o reuniones políticas en su living y yo llegando a dormir a su casa.
Por supuesto que este panorama mató mi amor, no me di ni cuenta, fue gradual, pero seguíamos en la relación. Yo, pendiente de mi trabajo, haciendo cursos, perfeccionándome y con harta vida social, con hartas salidas con amigos, viajes a otras ciudades a visitar a amistades, todo en onda sana y piola, pero en realidad, mi pololo ni se enteraba de eso, porque la distancia también era telefónica, nadie controlaba de ninguna forma al otro, a mi...simplemente no me nacía llamarlo.

Nos volvimos una especie de hermanos, cuya única demostración de amor era el saludo de 'piquito' en la boca al saludarnos o despedirnos, no pasaba absolutamente nada más.

El día de la confrontación llegó, a lo que él me dijo que no pretendía dar un paso más allá de la relación, que él no estaba listo para eso, que tenía muchas deudas, que su trabajo era demasiado absorbente. Lo tragicómico es que ninguno terminó, pero yo decidí dar vuelta la página y comenzar a mirar para el lado. MIentras seguíamos en esta rara relación de vernos ya con suerte 3 veces al mes, en una de esas ví en su casa un aro botado, que por supuesto no era mio. Lo miré y sólo pensé que la dueña era una flaite, ya que era un aro de fantasía y bien penca (perdón mi comentario tan clasista, pero así lo pensé en ese momento) y no le dije nada, me guardé el descubrimiento para mi.

Mi proceso de mirar para el lado dio frutos y conocí a alguien, cuando apenas llevaba como 1 mes con esta nueva persona (que sabía mi situación) decidí, así sin más, pescar mis weas de la casa de mi 'pseudo pololo' y mandarme a cambiar y terminar con este engendro en el que se había convertido nuestro pololeo. Le dejé un mensaje diciendo que me llevaba mi ropa y que no volvía más, a lo que él me contesto así super tranquilo que me entendía y que yo merecía alguien que me dedicara tiempo que él no me podía dar, que su pega absorbía toda su vida, que estaba demasiado metido en eso.

Yo seguí con mi vida y trabajo y a los 4 meses que yo terminé con él, me entero que él se había casado con una tipa que trabajaba con él. La verdad es que a mi esta noticia no me extrañó, tampoco me dolió mayormente, ya que la flor había muerto para mi hacía rato y además yo ya estaba en otra relación, pero no dejó de llamarme la atención que para andar hueveando con otra sí tuvo tiempo... también me llama la atención su falta de valentía y de pantalones de no terminar conmigo, si de seguro cuando yo aún existía en su vida, él ya estaba metido con la que se casó. Bueno, allá él con su falta de hombría.

Mi aprendizaje y autocrítica es que puuuta que perdí el tiempo con un wn, pero bueno.

No sé qué será de su vida, yo ahora tengo la mía y feliz. No sé si lo sigan pulmoneando en su trabajo, pero me da igual.



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