Era navidad y todos en la oficina estábamos atentos al reloj, nadie quería trabajar ni un minutos más. Es día sólo unos pocos trabajamos, pero ya saben lo que es tener que trabajar un fin de semana y más si es feriado. Ya faltaba poco, ese día el condenado reloj decidió andar más lento que de costumbre, cuando al fin todos logramos salir nos sentíamos victorioso, casi que se podía escuchar de fondo “We are the champions, we are the champios...of the world”.
Cuando llegamos al piso uno nos sorprendió que no estaba el conserje, con la euforia del momento no le dimos tanta importancia, pero cuando intentamos abrir la puerta principal ¡Bendito Mal! La puerta estaba cerrada con llave, después de llorar, gritar y rogarle a Dios decidimos que era hora de tomar las cartas en el asunto, lo que significo pasar hasta la 1:00 am que llegará al fin el cambio de guardia.
Si por un momento pensaron que esto tenía un final feliz, pues si, el conserje tenía una buena botella de Ron guardada