Reestablecer contraseña

La dirección de correo electrónico está asociada a tu cuenta.

¿Por qué registarse?

Full Confession Control

Actualizar / eliminar o editar tus confesiones.

Notificaciones

Suscríbase para recibir notificaciones por email con las respuestas a tus confesiones.

Publicidad

¿Quieres publicitarte con nosotros? Comienza creando una cuenta.

¿Tienes alguna confesión laboral?

El nombre es opcional o puedes poner un seudónimo si lo deseas.

Es desgaste

Llevo 20 años casada y con mi marido siempre hemos sido muy abiertos al hablar sobre la atracción que podríamos llegar a sentir por otro, e incluso, en la posibilidad de ser infieles, aunque nunca nos aventuramos a respondernos mutuamente cómo podríamos reaccionar si algo así llegara a suceder.

Un día, tras una reunión de trabajo en una gran multinacional, un número desconocido me habló por WhatsApp. Era una de las personas que había estado allí, que me invitaba a tomar un café. Pensé que se trataba de algo de trabajo, así que le dije que sí; que me avisara cuando podía y nos juntábamos. Nunca pasó nada y, la verdad, yo olvidé por completo la situación, hasta que un par de meses más tarde llegaron nuevos mensajes, esta vez, tras haberme visto en una reunión donde por distintos motivos fui más protagonista.

El café no llegó, pero sí una serie de mensajes por WhatsApp repletos de alabanzas, primero por mi trabajo y luego por mi simpatía y mi físico. Dos días seguidos no paramos de hablar. Yo me sentía encantada con esta avalancha de piropos que fueron derivando en conversaciones cada vez más subidas de tono a las que, sinceramente, no estaba para nada acostumbrada, aunque confieso que de a poco fui agarrándoles el gusto.

Ahí fue cuando, después de años, realmente miré a mi alrededor. Me di cuenta de que mi matrimonio no andaba bien. Mi marido y yo éramos como amigos, no nos encontrábamos como pareja hacía mucho tiempo: él en lo suyo y yo en lo mío. Sin peleas, sin gritos, silenciosamente cada uno haciendo su vida. El único punto de encuentro eran nuestros hijos.

Más allá de este personaje que llegó a revolucionar mis hormonas (lo que me hizo increíblemente bien porque despertó algo en mí que pensé que ya no existía) y que resultó ser un narciso de catálogo, me di cuenta de que había una serie de vacíos que tenía que sanar.

Un día, en mi desesperación por encontrar respuestas a lo que me pasaba, me vi las cartas y me dijeron que este hombre era un maestro que había venido a mostrarme ciertas cosas que estaban dormidas en mí. Me hizo pleno sentido. Mi matrimonio estaba haciendo agua, yo no me sentía una mujer deseada hacía muchísimo tiempo, el sexo era más de lo mismo... un desgaste total.

Pido sus consejos, porque estoy poquito complicada.



No te reprimas. Completamente anónimo.

Suscríbete a nuestra lista de correo.

Ingresa tu email y te mandaremos las últimas confesiones
Nosotros valoramos tu privacidad, nunca compartiremos tu correo con nadie.