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Todos se van...

Antes, de la pandemia iba a comprar al Tirso de Molina, y siempre estaba un caballero que lavaba vehiculos, el caballero era mudo, pero aun sin poder hablar, estaba siempre ahi tempranito, frio o calor estaba ahi, Apesar de hacer muuucho calor estaba todo el dia lavando, y cuan do hacia mucho frio y se le congelaban las manos, igual estaba ahi con todo el animo.

La gente ya lo conocia y le ayudaba, y lo saludabamos. Fui hace poco y pregunte por el, y nadie lo conocia, parecia que volvi a otro mundo.

De pronto alguien lo recordo y dijo si ya se quien era, no el no volvio, dicen que se puso muy enfermito y simplemente no volvio.

Que rapido nos olvida la vida. Gracias por todas esas sonrisas, ese animo, esa buena vibra que daba.

Como transmitia buena vibra.

Algun dia le pedi que me mostrara su carné para ver el nombre, pero no recuerdo.

Solamente queria decirle Gracias!...

Como saber cuando es la ultima vez que veras a alguien...

Trabajo duro

Wena cabros. Escribo aca pq me da risa leer a los que lloran pq 'ay me canse en la oficina' o pq fueron al gym y les duele el cuerpo.

Venganse un dia a la Vega po. Aca los quiero ver a las 3 de la mañana, cuando llegan los camiones del sur. Aca no hay aire acondicionao ni silla gamer pa descansar la ra... espalda. Aca es poner el lomo y echarse el saco e papas al hombro, uno tras otro, subiendo y bajando la rampa pa ganarse los porotos.
Llegan los perkin a comprar, con sus zapatillas de 100 lucas y no se pueden ni la malla de cebollas. Nosotros andamos con zapatillas viejas, toos sudao y movemos el pais.

Eso es esfuerzo po, llegar a la casa con la espalda molía y las manos partias, pero con la plata honesta pa la familia. Lo demas son puros cuentos.

Todo se sabe...

En la clínica donde trabajo esta el rumor que una enfermera jefa ( casada ) anda con el tens de su servicio ( cardiologia ambulatorio ) él pololea con una enfermera de la misma clínica ( hospitalizados ), este cahuin explotó en el verano pasado... Ellos lo niegan, pero esta super claro que salir a 'fumar' escondiéndose en las escaleras de emergencias y volver más de 1 hora después, es porque se fuman el cigarro más largo de su vida jajajaja...

(las ventajas de laburar cerca de los accesos, uno cacha TODO!!! ) jajajajaja...

La soledad en compañía

Confieso que pasar el Año Nuevo trabajando de garzona en eventos es una sensación súper rara.

Mientras todos cuentan '10, 9, 8...', tú estás rezando para que no se te caiga la bandeja con las copas de espumante porque te empujan por todos lados.
Justo a las 12, cuando queda la escoba y todos se abrazan y lloran, uno se vuelve invisible. Estás ahí parada, en medio de la fiesta, y nadie te pesca, o a lo más algún curado te da un abrazo hediondo a alcohol por lástima.

Me tuve que esconder en la cocina cinco minutos para llamar a mi mamá y desearle feliz año rapidito antes de que el jefe me gritara para seguir sirviendo.
Llegué a mi casa a las 7 de la mañana, con los pies hechos bolsa y oliendo a copete ajeno. La paga fue buena, sí, salvó el mes, pero pucha que se siente la soledad rodeada de tanta gente.

Marcando diferencias

Me quedé pensando en eso... es cuático cómo funciona la psicología de los grupos. Si todos andan en la onda del 'regalo chiste' o la talla pesada, al final eso se vuelve lo predecible, lo fome.

Hoy en día, la verdadera 'talla', lo que realmente descoloca y deja a todos para adentro, es dar un regalo bueno, con cariño y preocupación real.

En un ambiente donde todos quieren ser el payaso de la fiesta regalando tonteras, ser el que se preocupa de verdad es el acto más punk y rebelde que existe. Nadie se espera la bondad, y por eso termina siendo el mejor 'remate' de todos.

Unos gramos menos...

Hola a todos. Quería compartir algo positivo para variar entre tanta queja.

Siempre he sido el 'guatón' de la oficina, el que se come lo que sobra en las reuniones y al que le cuesta pasar por detrás de las sillas. Pero hace tres meses me pegué el alcachofazo y me puse a hacer ejercicio y comer un poco mejor.

No les voy a mentir, no me he transformado en modelo ni nada. La pesa baja súper lento, gramo a gramo. Pero cabros, la sensación es impagable.

Ayer me di cuenta de un detalle tonto pero que me alegró el día: me pude abrochar los zapatos sin tener que aguantar la respiración y sin quedar rojo como tomate. Y hoy subí las escaleras del metro sin llegar con taquicardia arriba.

Me siento con más energía, ando más contento y hasta la ropa me queda un poco más suelta. Falta caleta todavía, pero pucha que se siente rico ir avanzando, aunque sea a paso de tortuga.

¡Vamos que se puede!

Necesito un consejo táctico...

Llevo 5 años en la empresa, soy de los más antiguos, pero todos los veranos me hacen la misma. Pido mis vacaciones en enero o febrero y siempre me tramitan.

Que 'hay mucha pega', que 'la Juanita tiene hijos y tiene prioridad', que 'mejor ándate en marzo que es más barato'.

Al final, por buena onda o por gil, siempre termino cediendo y me tomo los días cuando a los jefes les sirve, no cuando yo quiero.

Este año quiero ponerme firme y asegurar mi quincena de febrero sí o sí. ¿Cuál es el truco? ¿Pedirlas por escrito con copia a la Inspección? ¿Mentir que ya tengo los pasajes comprados? ¿Hacerme el difícil?

Cualquier dato para que no me pasen a llevar este verano se agradece.

Aun hay esperanza

En mi pega anterior el grupo era súper desordenado, de esos donde el 'Amigo Secreto' era pura excusa para agarrarse pal webeo. Siempre salían con regalos broma: ropa interior, juguetes de sex shop, o cajas con piedras. Pura talla pesada.

Ese año yo lo estaba pasando pésimo. Me habían robado la mochila en el metro con todo adentro: billetera, celular y mis lentes ópticos. Andaba al tres y al cuatro, trabajando con unos lentes viejos que me mareaban y súper corto de lucas.

Llegó el día del intercambio y me pasan una caja de zapatos vieja, toda parchada con scotch y que sonaba raro. Todos se reían y se daban codazos. Yo dije: 'ya, cagaste, aquí viene la broma del año, seguro es basura'.

La abrí con cero fe, preparándome para la risa general... y me quedé helado. Adentro no había basura. Había una giftcard de una óptica con un monto alto, lo suficiente para hacerme los lentes completos, y unos chocolates.

Levanté la vista pensando que era mentira, que la tarjeta estaba vacía o algo así, pero todos me miraban con una sonrisa piola, sin burlas. Nadie se acusó, nadie dijo 'fui yo'.

Nunca supe quién fue el que se rajó, pero pucha que me emocioné. Yo esperando la talla pesada y recibí justo lo que necesitaba para volver a ver bien. Todavía agradezco ese gesto anónimo.

Un bonito regalo

A propósito de historias de oficina, me acordé de una de hace como 5 años que, para variar, sí fue bonita.

Me tocó de amiga secreta una compañera que lo estaba pasando pésimo. Se estaba separando y andaba súper corta de lucas, se le notaba en la cara la pena. El tope del regalo eran 5 lucas, lo típico para un chocolate o un tazón.

Pero yo sabía que a ella se le había echado a perder el hervidor en su casa y que estaba calentando agua en olla. Así que mandé las reglas al carajo, fui al súper y le compré un hervidor eléctrico bueno, bonito, y le metí unas cajas de té rico adentro.

El día de la entrega, me las arreglé para dejar el regalo en el montón sin que nadie me viera y sin tarjeta, solo con su nombre.

Cuando lo abrió, se puso a llorar. Preguntaba a cada rato '¿Quién fue? ¿Quién fue?', porque no podía creer que alguien le regalara algo útil que necesitaba tanto.

Yo me quedé callado en mi rincón, tomando bebida y haciéndome el leso. Nunca supo que fui yo, y hasta el día de hoy, creo que fue la mejor plata que he gastado en un regalo. A veces el secreto es la mejor parte.

De última hora

Trabajo en una oficina chica en pleno centro de Santiago y en un rato más es el famoso intercambio de regalos. La verdad, no he comprado nada.

Mi plan maestro es escaparme 15 minutos antes, bajar corriendo al Paseo Ahumada y comprarle lo primero que pille a un ambulante. Le tengo echado el ojo a esos packs de calcetines de 'bambú' o un cinturón de esos chinos que huelen a petróleo.

Voy a subir, meterlo en una bolsa piola y hacerme el lindo. Solo rezo para que mi amigo secreto no se de cuenta que su regalo viene directo del suelo de la calle. Si me sale bien, soy un genio; si se dan cuenta, me hago el ofendido. Deséenme suerte.

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