Soy profesora, pero para cuando publiquen esto ya no estaré ejerciendo.

Tengo 25 años y hace dos que estoy trabajando. Durante mi formación académica me esforcé a pesar de que la carrera no es difícil, pero quería buenas notas y que mi familia se sintiera orgullosa de mi, porque ellos costaban parte de mis estudios. Durante los cinco años de la carrera me destaque por demostrar lo mucho que me gustan esta profesión, siempre fui creativa y demostraba mi vocación en aula.

Pero al ejercer me di cuenta de lo agresivo que es este sistema, la carga laboral es excesiva, las responsabilidades van más allá de lo que un docente debe y puede hacer.

El agobio laboral fue mi mayor rival.

Hoy siento que tengo un hoyo en mi vida, una familia que se decepcionará de mi, una pareja que a pesar de estar en este sistema no logra dimensionar la profunda angustia que me causa dejar de hacer lo que por tanto tiempo ame.

Deje tanto de lado por hacer una buena labor, pero simplemente me la ganó. Deje amigos, familia, deje de tener el hábito de almorzar, de salir, incluso de hablar de otros temas que no fueran mi trabajo.

Toque fondo al punto de escribir en esta página, donde siempre leía expectante a la siguiente historia. La mía no es polémica, ni trata de un escándalo sexual, ni siquiera es divertida. Pero es mi historia, es la manera en la que una persona más se defraudó del sistema educacional.

Sé que la vida no se acaba, que no nací con un título en la mano y que siempre encontraré la manera de salir adelante, porque lo mio no es mucho. Pero es mi confesión y espero aliento, el que no he encontrado en mi entorno.