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Seguro de desgravamen

Después de mucho buscar, encontré trabajo en un call center, en el de llegar y llevar. Empecé como todo buen iluso con mucha energía y tratando de dar lo mejor de mi. Mientras pasaban los días, me iba percatando de lo malo que es el servicio y lo nefasto que llegan a ser los cobros.

Como soy nueva, le hago muchas preguntas a los supervisores, que están ahí ayudando a los ejecutivos en las gestiones. Recuerdo que en mi primera semana, llamó una cliente muy acongojada porque su papá estaba grave con covid, necesitaba información de la cuenta porque le estaban llegando mensajes de cobranza. La supervisora me dijo que teníamos prohibido entregar información a terceros, a alguien que no sea el titular de la cuenta. Se lo informé a la cliente y pude notar su pena y rabia por una situación tan delicada, que nadie tuviera intención de ayudarla con su problema.

Hoy me tocó algo distinto, llamó otra cliente indicando que le estaban llegando muchos mensajes de cobranza por una deuda de su hermana, quien había fallecido hace 2 meses en EEUU. Me comentó bastante tranquila y serena todo el problema que le significó traer el cuerpo, obtener certificado de defunción y lograr que la embajada chilena lo tradujera al español. Su caso me tocó en lo profundo de mi ser, porque su nombre es el mismo que el de mi hermana. Pensé: si le digo a un supervisor, me va a decir que no puedo dar información, así que decidí 'salirme del protocolo' e investigar la deuda y entregarle información a la hermana de la difunta. Resulta que la deuda era de más de $600.000 (por eso tantos llamados de cobranza), pero por fortuna divina, tenía contratado el seguro de desgravamen, por ende la deuda la debía cubrir la tienda. Le informé lo que más pude a la cliente, le dije los correos a los que debía escribir, los documentos que debía adjuntar, que tenia que indicar sí o sí lo del seguro de desgravamen de su hermana y, traté de darle la mayor cantidad de información posible para que no le cobraran la deuda.

La cliente, me agradeció mucho, me dijo que se sentía muy aliviada con los datos que le entregué. Me comentó que nadie quería ayudarla, que todo el mundo le ponía trabas y que todo esto ha sido muy difícil y extenuante. Ya al finalizar la llamada, me volvió a agradecer, yo le di mis condolencias, le deseé mucha suerte en las gestiones y cuando se despidió, noté como su voz se iba rompiendo y comenzó a llorar. Yo tampoco pude contener las lágrimas. Me levanté, fui al baño, llamé a mi hermana y le dije que la quiero mucho. Me lavé el rostro y seguí atendiendo llamados.

Siento que arriesgué mi trabajo por una causa justa, me arriesgo a sanciones monetarias por mi accionar, pero realmente no podía no ayudar a esta cliente con su problema.

Aprovecho la oportunidad de aconsejarles que NO contraten la tarjeta del llegar y llevar por ningún motivo; el servicio es realmente malo y los cobros son verdaderos robos, te asignan seguros sin tu consentimiento y la lista continúa. Cada día hay muchos muchísimos reclamos justificados y no le puedo dar solución a los clientes, siento que por unos pesos estoy vendiendo mi honra. Pero, hasta que encuentre algo mejor, más me vale seguir brindando un buen mal servicio.



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