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Sueños por cumplir

A propósito de la confesión de la chica de la noche que decía que lo pasaba regio en su oficio, recordé años atrás cuando impartía una asignatura X en la carrera de Ing. Comercial en una universidad privada en horario vespertino.

Todos mis estudiantes eran trabajadores, muchos ejecutivos esperando terminar la carrera y el ansiado ascenso y una de mis alumnas, regia, estupenda, apolínea. Llegaba a la sala y a todos los hombres y algunas mujeres del salón se les caía la jeta con lo estupenda que era. Siempre de punta en blanco, una dama. Nos quedábamos conversando después de las clases y me comenzó a contar sus vivencias. Nos íbamos conversando hasta el estacionamiento, ya que mi asignatura era la última y terminaba a las 22:45.

De a poco comencé a sospechar que se dedicaba a algo medio raro, hasta que un día me contó la firme: que era scort y trabajaba en un club exclusivo de la capital. Me contó que no todas las chicas eran scorts, que algunas eran sólo bailarinas y ganaban sacándole tragos a los clientes, pero las scorts ganaban muuucho más. Su plan era terminar la carrera, armar un negocio y retirarse a futuro. Del dinero que ganaba, una parte se la enviaba a su mamá y a sus hermanos al sur y el resto lo ahorraba. A veces acompañaba clientes al extranjero y se desaparecía semanas enteras y yo ya sabía por qué, así es que le enviaba los Ppts con la materia por e-mail y ella me contestaba brevemente. Una vez me trajo de regalo una cadenita preciosa de España, otra vez un perfume. Me decía que era su profe favorita...jajaja. Pero ojo nunca le regalé una nota ni nada, era super buena alumna, muy inteligente.

Una vez, después de desaparecer por una semana, llegó con la cara entera moreteada y la nariz hinchada. Los estudiantes le preguntaron qué le había pasado y ella contestó que se había hecho una cirugía plástica. Algunos le creyeron, otros no. Obviamente que yo tampoco, pero no le dije nada hasta cuando nos fuimos caminando al estacionamiento. Ahí me contó que había estado en Buenos Aires con un cliente que conocía hace años, pero que el viejo se había pasado de tragos, perdió en un casino y se desquitó con ella en el hotel. Le dio no sé cuantos puñetazos. Ella arrancó del hotel y el viejo la llamó por teléfono, le ofreció el triple de lo que habían acordado si no decía nada. Ella aceptó y se vino en el primer avión que pilló. A veces me acuerdo de ella y de corazón espero que haya cumplido sus sueños.



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