La verdad
Leyendo las confesiones y comentarios, además de mi experiencia personal, me he dado cuenta que por lo general, las personas no son sinceras.
En el trabajo o en la casa, no se dice la verdad en la cara. No sabe discutir, no le gustan las críticas, se enoja fácil y no sabe escuchar. Si algo le molesta le cuenta a todo el mundo, menos a la persona directa. Le dice al vecino, a la tía o al perro, siempre con cahuines y pensamientos ocultos, sobre todo en ambientes laborales.
Pareciera ser deporte nacional hablar mal de otras personas, y las puñaladas en la espalda son pan de cada día. Cuando es tan fácil decir oye, hablemos sobre esto, fumemos un cigarro o compartamos un té. Pero eso de andar haciendo pequeñas venganzas o armando pelambres sin tener la valentía de enfrentar a esa persona que crees te dijo o te hizo algo malo, es una niñería.
Realmente. Hace falta abordar los problemas con altura de mira. La autocrítica es necesaria, nos ayuda a crecer y evolucionar como persona.