No todo es malo.
Trabajé 3 años en una veterinaria, muy buena onda con los doctores, con mucha paciencia para enseñar a una aprendiz de otra área. Trabajaba en 4 turno, y luego por motivos de reducción de personal, pasé a trabajar solo turnos noches y fines de semana. Era una época muy difícil en que mi esposo trabajaba por turnos y yo me las tenía que arreglar sola con mi niño en ese entonces de 3 años. Justo los turnos se arreglaban de tal manera, que para mi era fabuloso porque iba 3 veces en la semana, y lo más bkn era que me dejaban ir con mi hijo a trabajar, generalmente trabajaba sola entonces no molestaba a nadie y nadie me molestaba. Despues tuve a mi segundo hijo, mi jefe fue súper comprensivo y me dio un trabajo administrativo porque no podía hacer turnos de noche.
Ya cuando volví del post natal me permitían llevar a mis hijos 1 hora antes de salir del turno ya que mi esposo entraba temprano al trabajo. Nunca fui irresponsable y mi jefe fue tolerante en todo momento cuando por alguna razón debía cambiar el turno o cuando tuve que pedir 'vacaciones' de manera urgente, ahí se las arreglaban para cubrirme. Hasta que por motivos de que mi guagua necesitaba más de mi, ya no podía seguir trabajando. No quería renunciar, pero conversando con la administradora le conté que quería irme. Misteriosamente a la semana el jefe me dice que pasaré de contrato a honorarios y me pagaría todo. Para mi fue genial porque quería irme pero no queria perder los años. Asi que me fui feliz con las puertas abiertas.
Los buenos gestos se agradecen y siempre los recordaré porque fue una buena experiencia y era mi primer trabajo después de egresada.